Cambio de discurso en la prensa conservadora

Todo el ABC destilaba ayer un extraño cambio de discurso; como cabecera de la prensa conservadora (El Mundo va según sopla el viento), no tardaremos en comprobar cómo ese cambio de discurso se generaliza entre la derecha mediática.

Previendo unos Presupuestos que, como casi todas las anteriores medidas del nuevo Gobierno, incumplirían por completo las promesas electorales de Rajoy y de su equipo electoral (desde Esteban González Pons con su promesa de crear 3 millones y medio de nuevos empleos –se ha tenido que reconocer desde el propio Ejecutivo que se van a destruir otros 630.000 puestos de trabajo más sólo este año– hasta el propio Mariano Rajoy Brey con sus negaciones sobre el abaratamiento del despido –gratuito durante el primer año en los nuevos contratos indefinidos–, sobre los recortes en educación o en sanidad –trasquiladas el 22% la primera y un 7% la segunda en los Presupuestos Generales del Estado presentados ayer– o sobre la rebaja de impuestos que ha resultado ser todo lo contrario), parece que la etapa de nadar contracorriente justificando las políticas aplicadas como las mejores posibles para salir de la crisis ya se ha quemado ante la realidad del evidente descontento social y el desigual y vergonzoso doble trato dado a las clases pudientes y a los más desfavorecidos.

Así, el Gobierno ya ha dejado de ser un buen Gobierno para convertirse simplemente en mejor que el desastroso Gobierno anterior y en mucho mejor que la temible entrada de una troika que intervenga al país, tal y como nos advierte Ignacio Camacho en su columna.

Además de hacer un llamamiento casi desesperado en la portada para que los jóvenes se comprometan (difundan e intenten justificar) con las políticas de recortes (en la portada de la Comunidad Valenciana prefieren informar de la vía libre otorgada por Rajoy a Alberto Fabra para “resetear” al PP de esta comunidad, que falta le debe hacer al partido si ABC le dedica toda una portada), tanto el Editorial como Hermann Tertsch advierten al Gobierno de que su credibilidad entre los futuros electores ya ha dejado de basarse en el imprescindible cambio en las riendas del país que durante los anteriores siete años venían reclamando los medios conservadores (un Gobierno que supiera gestionar la crisis); en esta nueva etapa que se abre, Rajoy debe explicar (comunicar) en detalle y de forma convincente las razones por las cuales su Gobierno ha incumplido en apenas 100 días casi todas sus promesas electorales.

Y algunos de los colaboradores del periódico se ponen manos a la obra en la imprescindible labor de comunicar (de explicar) lo inexplicable; unos (como José María Carrascal) intentando colar como prescindible casi cualquier actuación pública, otros (como Manuel Martín Ferrand) intentando dar más importancia a lo apresurado (por teóricamente necesario e imprescindible) de las reformas que al fondo de las mismas (que tanto rechazo social está teniendo) y otros (como Eduardo San Martín) con hipérboles educativas acerca de la bonanza (por inevitable) de las amnistías fiscales como la aprobada entre tanta austeridad.

Por supuesto, siempre vienen bien (para dar un amplio margen para las doce nuevas reformas que se anuncian en la portada) los que dicen que todas las medidas aplicadas y por aplicar van a quedarse cortas (muy cortas) en el necesario desmantelamiento del Estado, y a ello dedica su columna Juan Carlos Girauta.

Claro, que tampoco puede faltar la que será la línea editorial en momentos de poca o irrelevante actividad política: la crítica a la oposición y a cualquier posible alternativa política que niegue los recortes como única solución posible a la crisis, tal y como se encarga de narrar Edurne Uriarte.

Esto es lo que nos espera en la prensa conservadora hasta que algún brote verde (si es que lo llega a haber antes de hundirnos por completo) les permita adjudicar (y adjudicarse) la inminente salida de la crisis al Gobierno por el que apostaron desde el mismo día en que empezó a gobernar Zapatero.