Es habitual entre el movimiento del 15-M, Democracia Real Ya o Anonymous referirse a que “somos el 99%” para reforzar la idea de que el sistema (el 1%) toma todas las decisiones en su beneficio, perjudicando con esas decisiones, de una u otra forma, al resto de ciudadanos (el 99%); el apoyo a la huelga general, convocada por los sindicatos, de todos estos movimientos ha sido un paso importante para llegar a ser realmente ese ansiado 99%, aunque intuyo que los peros a ese apoyo son una brecha demasiado amplia para que puedan llegar a tenderse verdaderos puentes de unión, aun cuando Cándido Méndez (UGT) hiciese una mención expresa a esas sinergias creadas para esta convocatoria.
A pesar de las inconcebibles e inconstitucionales extorsiones empresariales para impedir el derecho constitucional a la huelga (muchas de ellas ya demasiado habituales, como las de El Corte Inglés, sin que ninguna autoridad haya osado jamás meter las narices para cortar estas prácticas delictivas) y a pesar del palpable miedo de muchos trabajadores a verse represaliados por secundar la convocatoria en este tiempo de despidos masivos (y con la nueva reforma casi gratuitos), un seguimiento de la huelga de al menos un 20% y el respaldo de al menos otro 40% de los españoles (si atendemos sólo a las estadísticas de los medios menos partidarios tanto de las huelgas como de sus convocantes) no puede tildarse de fracaso; como tampoco puede tildarse de fracaso la masiva asistencia (entre 15.000 y 25.000 en Castellón, la segunda más numerosa tras la de los atentados del 11-M y similar en número a la contraria a la Guerra de Irak) a las manifestaciones convocadas a lo largo del día por esos mismos sindicatos (cuyo éxito queda de manifiesto ante la ausencia, como viene siendo habitual cuando las manifestaciones superan las expectativas, de imágenes aéreas en los reportajes fotográficos de los medios más beligerantes contra la huelga y los sindicatos).
Sin embargo, el éxito o el fracaso de esta convocatoria poco tiene que ver con que el respaldo a la misma haya sido mayor que en otras ocasiones; el 1% tiene como objetivo dividir a los trabajadores para eliminarlos como fuerza de presión ante las decisiones que puedan afectar a los propios trabajadores. Y ese objetivo está a punto de cumplirse, y esta convocatoria no ha hecho más que poner de manifiesto que la desaparición de los trabajadores como grupo de presión está a muy pocos titulares de prensa más contra los sindicatos mayoritarios UGT y CCOO.
El movimiento del 15-M, Democracia Real Ya o Anonymous han tenido que poner más empeño en justificar su “seguidismo” a los sindicatos mayoritarios que en justificar su rechazo a la reforma laboral; y el fino hilo que une este frente común puntual no tardará en romperse si las actitudes no cambian de forma radical (y no van a cambiar: cualquier circunstancia –por ejemplo, una foto de una reunión de los representantes sindicales con los dirigentes políticos de uno u otro partido para hablar de la reforma laboral– sirve para menospreciar la labor de los sindicatos).
Hoy, con las Cortes como mera comparsa teatral de los verdaderos centros de decisión (que no están dentro de nuestras cámaras de representantes), la única vía de contención organizada que tenemos los trabajadores para protestar por las decisiones que se toman en Alemania o en algún despacho de algún organismo monetario internacional, nos caigan mejor o peor quienes están al frente, son los sindicatos de clase; si lo que queremos es eliminarlos somos muy libres de seguir con las actitudes de enfrentamiento.
Pero si no existe una alternativa a esa vía de contención organizada (y hoy no existe, por mucho futuro que tengan los movimientos sociales recién nacidos), nuestra fuerza (la poca que nos queda ante la inoperancia de nuestros representantes políticos) será tan inapreciable como insignificante.
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