Hace algo más de un mes publiqué un artículo en esta misma bitácora criticando la instalación de unos maceteros que, unida a la ampliación de la zona azul (la ORA), aparentaba formar parte de una estrategia del Ayuntamiento de Castellón para eliminar un buen número de aparcamientos públicos y gratuitos, aprovechando para ello una genialidad de un Alcalde que un día se levantó ecologista.
Pues bien, los dichosos maceteros se van directamente a la basura.
Unos días después publiqué otro artículo, también en esta misma bitácora, criticando las palabras de Marta Gallén al referirse al Plan-E que inunda las calles de Castellón y que copa la totalidad de la obra pública de nuestra querida ciudad, recordándole a la concejal del Partido Popular que si no había proyectos sostenibles financiados por ese Plan-E era porque el Ayuntamiento, de la que ella es miembro, no había sido capaz de aprobarlos.
Pues bien, el único proyecto del Ayuntamiento de Castellón que podría considerarse sostenible se va directamente a la basura.
Pero hay algo más grave en todo esto que la simple falta de planificación del Ayuntamiento de Castellón. Decía el señor Javier Moliner en una nota de prensa que «la retirada de estos maceteros no les costará ni un solo euro a los ciudadanos»; y eso es falso por partida doble.
Primero, porque la instalación de los maceteros ya estaba en marcha, y la empresa a la que se adjudicó esa instalación va a tener que cobrar por las horas trabajadas (incluidas las horas que tengan que trabajar en la desinstalación), aunque al señor Javier Moliner no le guste.
Y segundo, porque la instalación de esos maceteros era parte del mismo Plan-E que criticaba su compañera de partido y de Ayuntamiento Marta Gallén. ¿Y qué coste tenía que ser subvencionado por el Estado? Pues 898.890,68 €. Y esa subvención la van a perder todos los castellonenses, incluido el señor Javier Moliner.
Un negocio redondo para los ciudadanos, sí señor; casi un millón de euros, a la basura. Y todo por las estupendas ocurrencias del señor Alberto Fabra, bien aderezadas con las absurdas disquisiciones de Marta Gallén y con las flagrantes mentiras del señor Javier Moliner.
Y ahora, que vengan a hablarnos de la crisis o a exigir dinero (o planificación) a las demás Administraciones Públicas.
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