miércoles, 30 de mayo de 2012

Objetivo: rematar el Estado de Bienestar

No voy a decir que me sorprende lo que he leído hoy en “La Tercera” de ABC, porque es lo que se puede leer en Libertad Digital o ver en Intereconomía todos los días del año, pero sí he de reconocer que me ha sorprendido leerlo en ese diario.

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Álvaro Delgado-Gal escribe un artículo bajo el título “Atarse los machos”, en el que la entradilla afirma que “la política está bloqueada porque los ciudadanos insisten en pedir lo que ya no se les puede dar: bienes a cambio de votos. Esto es una tragedia para el Estado del bienestar, y es, además, una tragedia específicamente socialdemócrata”. No importa demasiado cómo se intente adornar la posterior argumentación: las afirmaciones resumidas en esa entradilla son meridianamente claras:

  1. Los ciudadanos son los únicos responsables de que los políticos estén perdidos ante una crisis como la que nos afecta; no es la ineptitud de los políticos (nótese el cambio de discurso respecto a la anterior legislatura, con un gobierno socialdemócrata) la responsable del actual (que no del pasado) bloqueo político (y democrático), sino que ese bloqueo político es consecuencia de la ineptitud de los ciudadanos.
  2. Los ciudadanos son unos apesebrados (o unos vagos y maleantes, que para el caso es lo mismo) cuya única meta en esta vida es pedir y pedir, dando a cambio una papeleta metida en una urna cada cuatro años; estos ciudadanos, que entre elección y elección pasan del aire y de los bienes que los políticos les dan (sin dar nada más a cambio), muestran una tozudez de asno digna de un estudio más zoológico que antropológico.
  3. El Estado del Bienestar consiste en que los políticos dan bienes a los ciudadanos apesebrados (y vagos y maleantes) a cambio de que éstos les voten cada cuatro años (la democracia, aunque la vista de otra forma o la nombre con otro sustantivo, consistirá en lo mismo para el señor Delgado-Gal); así, son los políticos (los de ahora, no los del año pasado) los que intentan dar trabajo (¡uy!, perdón, no, trabajo no, que los ciudadanos apesebrados no hacen esas cosas) a los vagos y maleantes, que al final ni trabajan, ni pagan impuestos, ni compran periódicos.
  4. La tragedia del Estado de Bienestar consiste en que los ciudadanos apesebrados (y vagos y maleantes), aunque no pagan impuestos, no trabajan y no aportan nada, siguen pidiendo y pidiendo a los políticos (a los de ahora, no a los de hace un año), pero como esta chusma de ciudadanía que tenemos no paga impuestos, no trabaja y no aporta nada, no se les puede dar lo que piden (porque es imposible, como dicta el sentido común).
  5. ¿Y cual es la razón última de esa tragedia en la cual el Estado (que son los políticos de ahora, no los de hace un año) no puede seguir repartiendo prebendas a los ciudadanos apesebrados (y vagos y maleantes) que ni trabajan, ni pagan impuestos, ni aportan nada, pero sí que piden y piden a nuestros ilustres políticos (a los de ahora, no a los de hace un año)? Pues la razón última es que eso de apesebrarse, vaguear, malear, no trabajar, no pagar impuestos y no aportar nada tiene un nombre y se llama socialdemocracia, que fue la inventora de esa cosa trágica e insostenible que se hizo llamar Estado de Bienestar.

Obviamente, a Álvaro Delgado-Gal ya no le cabía en el artículo la otra “chusma”: la que conforman los gorrillas, los mendigos, los desahuciados, los perroflautas, los enfermos crónicos, los parados de muy larga duración, los ancianos dependientes… Para esos les deja la caridad cristiana.

Murió el comunismo, sobrevivió únicamente el capitalismo. Hoy agoniza en su lecho de muerte, pero antes hay que aniquilar por completo toda la putrefacta herencia marxista y keynesiana: hay que rematar el Estado del Bienestar.

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