Los medios de comunicación ultraliberales reaccionaron a la debacle fraudulenta del sistema financiero culpabilizando a los Estados de no se sabe muy bien qué; visto el estrepitoso fracaso de la desregulación de los mercados (fueron los desregulados mercados de derivados –mezclas de productos financieros– los que consiguieron ocultar y globalizar las hipotecas basura), que no olvidemos que es la base sobre la que se sustenta el ultraliberalismo económico (el Estado sólo debería limitarse a garantizar una justicia independiente, quedando el resto de la sociedad en manos de los supuestamente más eficientes mercados), urge salvar toda la devaluada teoría económica ultraliberal, así que hay que buscar responsables al fallo de los mercados fuera de los propios mercados. Y vaya si lo están intentando.
Las más absurdas y patéticas hipótesis son acogidas, siempre que incidan en la dirección correcta –responsabilizar a otros de la catastrófica crisis que nos afecta a todos–, como un credo en los medios de comunicación ultraliberales, que no dudan en elevar a la categoría de expertos gurús a meros chamanes de pacotilla; el principal argumento ultraliberal (ampliamente extendido y aceptado por estas teorías económicas) culpabiliza a un Gobierno de izquierdas (aunque habría mucho que matizar al respecto) de haber intervenido en los mercados y haber sido, con ello, el principal responsable de la crisis financiera internacional. ¿Que cómo? Pues lo cierto es que de una forma tan enrevesada que a cualquier persona poco fanatizada le costaría muchísimo hacerse a la idea de cómo Clinton fue el responsable de la mayor estafa financiera de toda la historia del capitalismo: relajar las condiciones de acceso a una hipoteca.
Yo también creo que Clinton se equivocó, pero no por intervenir en los mercados (puesto que lo que hizo fue desregularlos –justo lo contrario a intervenirlos– al permitir al sector financiero entrar en un sector que hasta entonces le estaba vetado), sino por no acompañar aquella desregulación con un mayor control, dejando al libre albedrío la inconmensurable voracidad del sistema capitalista; no obstante, hay que dejar claro que no fue aquella desregulación la que creó la posterior crisis financiera (pocos querían un producto derivado de aquellas hipotecas basura, perfectamente identificadas y calificadas con riesgo muy alto), sino la posterior adaptación de una fórmula que facilitaba (casi de forma automática) la calificación crediticia de mezclas de productos financieros que estaban compuestos de riesgos completamente dispares (la fórmula simplificaba la forma en la que se podía calificar el riesgo de una mezcla de un producto fiable –como los bonos del Estado– con un producto de alto riesgo –como las hipotecas basura–, de forma que el producto resultante obtenía un riesgo medio) y que salían a la venta en mercados sin ningún tipo de regulación (el paraíso del ultraliberalismo).
Pero lejos de limitarse a teorías tan retorcidas como la anterior (considerando intervencionismo socialdemócrata lo que desde siempre ha sido una desregulación en línea con las teoría económicas liberales), cada día aparece en la prensa ultraliberal algún nuevo artículo que va superando a los anteriores, aprovechando cualquier conferencia o escuela de verano de las hiperactivas organizaciones ultraliberales; lo último ha aparecido hoy en Libertad Digital bajo el sugerente título de «Marc Faber: “Los bancos centrales, no los mercados, están fuera de control”». La entradilla del artículo dice que «el prestigioso inversor Marc Faber insiste en que la crisis desembocará en tensiones bélicas e hiperinflacionarias por culpa de la banca central», y en el interior del artículo (que es en realidad una entrevista) podemos adivinar que a lo que se refiere ese prestigioso inversor es a la Tercera Guerra Mundial, con China (porque «China tiene una larga frontera con varios países») y Japón (porque «las relaciones de Japón con Estados Unidos se han deterioriado») enfrentados a Estados Unidos (y al mundo occidental en general); pero lo mejor es la recomendación que hace este experto: invertir en Asia, que es justo el mercado en el que él mismo opera y en el que es un experto inversor. Sólo le ha faltado dejar su número de teléfono y su cuenta bancaria para ofrecer los servicios de consultor a quien quiera seguir su consejo.
Parece que los agoreros tienen trabajo asegurado una larga temporada en la prensa ultraliberal; Nostradamus sería un consultor multimillonario si hubiese vivido en épocas de crisis como ésta.
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