Escribía hace una semana Luis del Pino en Libertad Digital:
Que vivimos en un país extraño lo atestigua el hecho de que hayan tenido que pasar ocho años para que alguien pida un informe exhaustivo sobre la destrucción de los trenes del 11-M, como acaba de hacer el Fiscal General del Estado, Eduardo Torres Dulce. Como también atestigua lo extraño de nuestro país el hecho de que esa noticia resulte tan llamativa.
Tantos años pidiendo, cualquiera diría que los periodistas que aun mantienen viva la llama del conspiracionismo son unos auténticos y experimentados mendigos; y hablo de mendicidad para que se me entienda, porque estos periodistas no piden por necesidad, sino porque no tienen otra cosa más edificante que hacer en su vida, que ya es triste.
Para centrarnos: vivir en un país extraño es pedir (siempre pidiendo) que se investigue por qué el propietario de una vivienda (de su vivienda, de la suya) en la cual se cometió un asesinato (que ya fue investigado, y donde la policía recogió las pruebas que quiso y consideró oportuno recoger) ha tirado el tabique del comedor, ha cambiado la taza del wáter rota, ha tirado a la basura (o al ecoparque) un aparador viejo o incluso ha vendido la casa a algún conocido o desconocido. Su casa. La suya. Aunque haya sido el escenario de un crimen. El escenario, repito. No la prueba del crimen.
El vagón supuestamente descubierto por Libertad Digital (y digo supuestamente porque no hay vagón, sino los restos desechados tras la reparación de un vagón que sigue en servicio, el CM-190, la cual costó 475.175,36 €) está incluido en el informe remitido por RENFE a la Audiencia Nacional en 2007, consta como reparado y en dicho informe se especifica con total claridad que en ese vagón estalló una bomba.
Desconozco las razones que han llevado al Fiscal General del Estado a solicitar un informe exhaustivo que ya consta en la propia causa del 11-M, aunque me puedo imaginar alguna de esas razones. Y se equivoca. Se equivoca porque estos periodistas mendicantes no piden que se investigue todo lo relativo al 11-M; estos periodistas mendicantes piden (suplican, necesitan, quieren) que el 11-M sea otra cosa distinta a lo que fue. Y si llegar al final de las investigaciones significa concluir lo que ya todos sabemos (porque ya lo han dicho la Audiencia Nacional, el Tribunal Supremo e incluso también varios juzgados de instrucción), lo único que va a conseguir Torres-Dulce (que alguien se apiade de él) es que estos periodistas mendicantes, en su constante, reiterada y demasiado conocida (para quien quiera conocerla) insatisfacción obsesiva respecto a las investigaciones oficiales, acaben metiéndolo en el saco de esas cloacas que, de tanto delinquir, un día (algún día) van a acabar abarrotando las cárceles españolas y las de medio mundo mundial.
Estos periodistas mendicantes, por pedir, han pedido la condena de dos personas que no cometieron delito alguno:
Sí, se trata de las acusaciones a Sánchez Manzano y a la perito química de los TEDAX por falso testimonio, ocultación de pruebas y omisión de perseguir delitos, recientemente archivadas por la Audiencia Provincial de Madrid por tratarse de una cuestión ya juzgada (y que tanto la juez instructora, Coro Cillán, como la fiscalía se negaron a aceptar incomprensiblemente como tal desde que las defensas lo solicitaron, allá por Diciembre de 2009).
Curiosamente (o no tan curiosamente, que es lo más triste), este Auto que se reproduce arriba (y que puede consultarse completo aquí) fue dictado el 19/06/2009; se trata del sobreseimiento libre de una denuncia presentada unos días antes (el 04/06/2009) de que la conspiración más mediatizada (la de El Mundo o Libertad Digital) aprovechase el mismo libro (publicado por El Mundo, por supuesto) para querellarse contra las mismas personas, por los mismos delitos y por los mismos teóricos nuevos datos súper-mega-novedosos (los contenidos en el susodicho libro). Eso sí, como viene siendo habitual, la querella no se interpuso directamente por los medios que todo lo saben, sino a través de una de las asociaciones de víctimas, a las que parecen mantener permanentemente secuestradas y torturadas –intelectualmente– con falsas promesas de esclarecer no se sabe muy bien qué hechos.
Pues bien, como va a ocurrir con las investigaciones que ahora va a iniciar (o no) el Fiscal General del Estado, los medios de comunicación más éticos del periodismo español y de parte del extranjero desoyeron (ignoraron, ocultaron, omitieron) por completo esa denuncia, el archivo de esa denuncia, el recurso a ese archivo y el archivo del recurso porque la exclusiva de la denuncia escapaba de sus contubernios (la denuncia la presentó Alternativa Española) y porque las conclusiones del juez (que “por imperativo legal, quien resuelve ha tenido que leerse el libro”) eran justamente las contrarias a las suyas (piden, suplican, necesitan, quieren que exista un delito de algún funcionario policial para justificarse ante la masa amorfa y disforme de zombies que han creado entre sus crédulos lectores). Y eso es lo que va a ocurrir: habrá portadas aplaudiendo al Fiscal General del Estado hasta que el Fiscal General del Estado archive (otra vez) una investigación sobre quién ordenó devolver los escenarios del crimen a su legítimo dueño (RENFE) tras finalizar las investigaciones; y en ese momento, o desoirán, ignorarán, ocultarán u omitirán el archivo de las investigaciones o Torres-Dulce pasará a engrosar la interminable lista de integrantes de las cloacas al servicio de… ¿Rubalcaba? Quién sabe.
Capaces como son incluso de presionar a testigos de los atentados para intentar (instándoles a que cambien su declaración) que nuestro terrorista más sanguinario (Jamal Zougham) quede en libertad, mucho me temo que no tendrán demasiado problema en cargar con virulencia contra Torres-Dulce si éste no accede a sus absurdas ocurrencias.