El 9 de Octubre es el día de la Comunidad Valenciana; se conmemora la entrada de Jaime I el Conquistador en la ciudad de Valencia, allá por el año 1238.
Podría haberse elegido el día en el que conquistó cualquiera de las primeras fortalezas en su camino desde Aragón y Cataluña, como pudiera ser Morella, seis años antes; pero aquí, en la Comunidad Valenciana, los años que van desde 1232 hasta 1238 no entran dentro de la Historia de verdad. Digamos que es una historia menor, en minúsculas.
Igual que se celebra el día de la Comunidad Valenciana para conmemorar la entrada de Jaime I en la ciudad de Valencia (y no en el territorio de la actual autonomía), también somos la única comunidad autónoma multiprovincial que toma el nombre de la que en su día fue capital del Reino (del Reino de Valencia, por supuesto), quedando reducido de esa forma cualquier atisbo de identidad diferenciadora de las otras dos provincias.
Podría pensarse que este universalismo valenciano (de Valencia) tiene algún otro origen histórico indiscutible e indiscutido, pero lo cierto es que tampoco es así; de hecho, la provincia romana Tarraconensis dividía en dos el actual territorio de la Comunidad Valenciana, y Tortosa fue hasta fechas muy recientes la capital eclesiástica de una buena parte del norte de la comunidad autónoma.
Tan extraña resulta la terminología y la cultura de la Comunidad Valenciana que incluso el idioma que trajeron aquí los repobladores leridanos y gerundenses se ha tenido que denominar valenciano (de Valencia) cuando en realidad su mayor uso se da fuera de la capital de aquel antiguo Reino (el de Valencia), una ciudad más preocupada, al parecer, por ofrendar nuevas glorias a España que por mantener viva una lengua de la cual algunos se han apoderado (o al menos lo intentan) terminológica, gramatical y ortográficamente.
La Diada catalana (el 11 de Septiembre) conmemora la caída de la última ciudad catalana (Barcelona) a manos de las fuerzas leales a Felipe V tras 14 meses de asedio y la consiguiente abolición de los fueros de toda la Corona de Aragón, siendo un símbolo de la resistencia catalana frente a las imposiciones externas; el día de Extremadura (el 8 de Septiembre) se corresponde con el día de su patrona, la Virgen de Guadalupe (cuyo monasterio y origen están en Guadalupe, un pueblo de Cáceres); el día de Cantabria (celebrado cada segundo domingo de Agosto) nació en un municipio de Santander llamado Cabezón de la Sal como un día de exaltación de las costumbres, tradiciones y valores etnográficos de la región; el día de Aragón (el 23 de Abril) se corresponde con el día de su patrón (San Jorge), cuyos orígenes se remontan a la ayuda prestada por dicho santo a Pedro I de Aragón durante la conquista de Huesca en el año 1096; el día de Castilla y León (también el 23 de Abril) se conmemora la caída de Villalar de los Comuneros (en Valladolid) el año 1521, símbolo de la pérdida de la libertad castellana a manos de Carlos I, quien acabó con las Juntas Comuneras; el día de Castilla-La Mancha (el 31 de Mayo) se conmemora el nacimiento de sus cortes autonómicas. Así podríamos continuar con todas y cada una de las comunidades autónomas, donde se conmemoran actos que significaron el principio o el fin de algo que afectó a toda la comunidad autónoma, ocurriera esto en su capital o en cualquier otra población.
La extensión de una celebración eminentemente local (Jaime I no inició la reconquista de la actual Comunidad Valenciana el 9 de Octubre de 1238 ni la acabó cuando entró en Valencia) a la fiesta de toda la comunidad autónoma por el simple hecho de haberse producido el hecho en la capital del antiguo Reino de Valencia nos previene de algo que tal vez pueda ocurrir en el futuro: si alguna vez, en las fotos aéreas de Valencia, aparece algo similar a un agujero negro, que nadie se asuste. Es un ombligo.