sábado, 1 de agosto de 2009

La verdad

El reciente asesinato de dos guardias civiles por parte de ETA pone de manifiesto tanto lo fácil que resulta matar como la cobardía de quien hace del asesinato su medio de supervivencia o su principal objetivo en la vida. Pero también ha puesto de manifiesto el absurdo cazurrismo de quienes siguen manteniéndose como abanderados del cada vez más radicalizado y degradado conspiracionismo y la dificultad que cualquier atentado conlleva a la hora de intentar esclarecer los hechos.

Es difícil olvidar todas las absurdas ocurrencias y descaradas manipulaciones de peones negros, luises del pino y pedrojotas varios que a lo largo de más de cinco años nos han podido llegar con mayor o menor intensidad.

Las primeras noticias (y las no tan primeras) sobre el asesinato de los dos guardias civiles me han recordado, en muchos aspectos, las primeras (y no tan primeras) noticias sobre los atentados del 11-M, que a día de hoy son las que aun mantienen viva la llama del conspiracionismo.

Las imágenes de los terroristas del 11-M colocando las mochilas en los trenes o saliendo o entrando de las estaciones deberían haberse hecho públicas; esa ausencia de imágenes grabadas sigue siendo, a fecha de hoy, uno de los mantras de cualquier conspiracionista que se precie. Cualquiera podía saber, desde Abril de 2006 (cuando se hizo público el Auto de Procesamiento), que sólo había cámaras en la Estación de Atocha y que éstas no grababan de forma contínua, sino sólo cuando los responsables de seguridad apretaban el botón de grabación (y en el caso del 11-M lo hicieron tras la primera explosión, cuando los terroristas ya estaban lejos del alcance de aquéllas cámaras).

ETA ha colocado sus explosivos en un cuartel de la Guardia Civil, donde la vigilancia debería ser mucho más amplia que en una estación de trenes cualquiera; sin embargo, en ese cuartel de la Guardia Civil no se han podido tomar imágenes de los terroristas etarras porque no disponía de cámaras dirigidas a las inmediaciones del cuartel. Como ocurrió con el 11-M, cualquier conspiracionista que se precie debería dudar y empezar a buscar la verdadera causa por la cual no se nos quieren mostrar las imágenes de esos etarras; de hecho, de lo primero que debería dudar cualquier peón negro es de la autoría real del atentado de los dos guardias civiles, puesto que nadie puede creerse que un cuartel de la Guardia Civil no disponga de cámaras que hayan grabado a los terroristas colocando las dos bombas lapa. Así se ha mantenido el razonamiento conspiracionista durante más de cinco años y así debería de continuar ante cualquier otra situación de similares (o incluso más escandalosas, como es el caso si tenemos en cuenta la evidente diferencia entre una estación y un cuartel de la Guardia Civil como objetivos terroristas) características.

El pedrojota de turno nos respondería, seguramente ofendido, que el 11-M es muy distinto, puesto que las dudas abarcan a muchos más aspectos de las investigaciones; el problema es que en este atentado de ETA también podría ser así si a algún iluminado se le ocurriese razonar al modo de cualquier peón negro.

El sistema de inicio de las bombas lapa se dijo en un principio que podía ser por control remoto, de forma que los terroristas habrían hecho estallar la bomba lapa que asesinó a los dos guardias civiles cuando los tenían en su campo visual; cualquiera que haya seguido las noticias estos días habrá advertido que esa primera impresión era errónea, aunque tenía cierta base lógica (no estalló ante el primer movimiento del vehículo, sino tras haberlo dejado aparcado y haberlo arrancado de nuevo, por lo que el sistema no podía estar basado, en un principio, en el movimiento del vehículo). De esa hipótesis se ha pasado a la posibilidad de que el sistema contuviera también un temporizador, de forma que los terroristas tuviesen tiempo de salir de la isla, evitando así tener una movilidad extremadamente reducida.

Recordemos que durante las primeras horas del 11-M se barajó la posibilidad de que el explosivo utilizado hubiese sido, en base a la visualización superficial de los daños en los trenes, de tipo militar o Titadyn reforzado (porque el Titadyn del que disponía ETA en 2004 no podía haber causado aquellos daños) con cordón detonante; y recordemos también que aquellas primeras pesquisas (o más bien hipótesis) del 11-M sirvieron (y siguen sirviendo) para que los ocurrentes luises del pino hayan extrapolado aquéllos datos a la participación de fuerzas militares especiales (servicios secretos) o de la propia ETA en aquella masacre.

Extrapolando esas primeras investigaciones del atentado que les ha costado la vida a dos jóvenes guardias civiles a ocurrencias y realidades paralelas (o para lelos) como las de los peones negros, tendríamos la participación de algún terrorista que no tuvo tiempo de salir de la isla; una isla que, recordemos, permaneció completamente cerrada durante varias horas. Si la policía no consigue dar con los terroristas dentro de la isla ya podemos asegurar que la infraestructura de los autores materiales de este atentado debía contar con apoyo logístico al estilo de las películas de James Bond (salida de la isla por su propia vía, por helicóptero, avión privado o lancha, todos ellos indetectables a los radares) o con apoyo interno de los propios investigadores (interesados, por lo que sea, en echarle el muerto a ETA), de forma que ya tenemos la posible participación de servicios secretos o de las recurrentes cloacas del Estado.

Pero estas primeras indagaciones nos permiten llegar a otro paralelismo interesante con el 11-M; al parecer, algunos políticos baleares se hicieron eco de esas investigaciones y mantuvieron durante varias horas (incluso más de un día, como también ocurrió con algunos diarios como el propio El Mundo) que los terroristas no habían podido salir de la isla. Independientemente de lo que la policía consiga avanzar en las investigaciones (sin descartar que pueda llegar a detener, dentro de la propia isla, a algún miembro o colaborador del comando que cometió los atentados), deberíamos preguntarnos qué mando o mandos policiales (o qué agentes malintencionados) mintieron a esos políticos y qué oscuras intenciones tenían para dejarles en evidencia ante la opinión pública; es obvio y de sentido común que el principal beneficiario de ese descrédito político es el partido en la oposición, así que ya nos podemos hacer una idea de para quién trabajan esos mandos policiales tan mentirosos y retorcidos (entiendo que el paralelismo con el 11-M es tan obvio que no será necesario mencionar al político vilmente engañado en aquella ocasión) y en qué acera de las cloacas del Estado están.

A estas alturas, el peón negro de turno ya nos estaría llamando rojiprogre de mierda y cosas por el estilo; pero lo curioso es que aun hay más paralelismos que dejan en evidencia las falaces y fantasiosas ocurrencias conspiracionistas.

Y es que no podemos dejar de hablar de los famosos inhibidores de ondas, aquéllos que imposibilitaban que los terroristas que estaban dentro del piso de Leganés pudiesen realizar llamadas desde móviles a sus familias para despedirse porque iban a volarse por los aires.

Pero ahora resulta que nos hemos enterado, gracias a la inestimable aportación periodística de El Mundo, que ni tan siquiera hay inhibidores de ondas en los cuarteles de la Guardia Civil, y que cuando los hay no los utilizan. Menudo chasco… o menuda ocultación de la verdad del atentado de Calvià.

Cualquier conspiracionista digno de formar parte de ese selecto club de iluminados elegiría la segunda opción (la ocultista), no porque la primera (la real) no sea posible, sino porque con esa opción no hay conspiración y, al parecer, sin conspiración se aburrirían.

Sin duda que la búsqueda de la verdad (o de algo que se aproxime bastante a esa verdad) es una ardua tarea a la que se dedican en cuerpo y alma los investigadores policiales; sin duda también que las hipótesis iniciales pueden resultar erróneas. El trabajo de un investigador es seguir varias pistas y descartar las que no tienen una salida aparentemente viable, y eso es lo que se hizo en el 11-M y lo que se está haciendo en este atentado.

El trabajo de un conspiracionista es elegir las pistas que más se adapten a sus conclusiones preconcebidas, sean o no pistas viables o descartadas por los investigadores profesionales.

La verdad podría encontrarla, por qué no, el conspiracionista (de casualidad, eso sí); pero yo me fío más de que quien la encuentre sea el investigador policial. Es una simple cuestión de métodos.

P.D.: El artículo de El Mundo del que se han extraído las primeras noticias del atentado de Calvià puede leerse aquí.

2 comentarios :

  1. ¡Vaya, Elkoko, no tenía ni idea de que tenías nuevo blog! Anotado queda, un saludo. ;)

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  2. Jelous Mangeclous & Elkoko

    Hace 4 años que ya no vivo en Ibiza, y por tanto algunas cosas pueden haber cambiado. En 2005 (ya había ocurrido el 11-M, que en la isla contó con cierto número de simpatizantes), cualkquiera podía colar un dinosaurio-bomba en un ferry. La vigilancia portuaria era, digamos, relajada. Y lo más alto que había que saltar para meterse en la panza de un ferry era un bordillo.

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