Con Marbella como punta de lanza (los andaluces sí parecen haber aprendido la lección) y con la Comunidad Valenciana como reedición de aquella etapa en la que el poder judicial pretendía sustituirse desde el legislativo con un simple paso por las urnas (el GIL revalidó sus mayorías corruptas durante demasiadas legislaturas), en esta España que nos ha tocado vivir no podemos seguir premiando la corrupción en las urnas.
No sirve aquí el “todos son iguales”, porque ese argumento crea más corrupción: el partido en el poder seguirá siendo corrupto mientras pueda, esperando que el siguiente aumente el nivel de corrupción y el desmadre anterior quede diluido en el desmadre futuro. Hasta que la corrupción acabe por devorarnos a todos.
Esperanza Aguirre, en las antípodas de mi ideología política, o el PP de Baleares han sabido purgar sus listas de imputados por corrupción en anteriores legislaturas. ¿El resultado? Esperanza Aguirre revalida su mayoría absoluta y el PP de Baleares puede volver a gobernar tras una legislatura de sequía.
El PSOE de Andalucía, con los escándalos de los ERE fantasmas, ha preferido mirar hacia otra parte y apuntar con el dedo hacia la corrupción de la Comunidad Valenciana, evitando asumir sus responsabilidades políticas por la corrupción en sus filas. Y ha perdido todas las capitales de provincia en las que gobernaba.
¿Sólo eso? Pues no, no solo es eso. El próximo gobierno de la Comunidad de Madrid, de Baleares y de Andalucía se tendrá que esforzar en mantener a sus corruptos a raya (esto es, expulsarlos de puestos de responsabilidad), puesto que ya saben que sus electores no quieren a políticos corruptos.
¿Y en la Comunidad Valenciana? En la Comunidad Valenciana seguimos premiando la corrupción política; el próximo gobierno no necesitará realizar ningún esfuerzo por controlar la corrupción, puesto que los valencianos no la castigamos en las urnas. La corrupción seguirá incrementándose en nuestras tierras mientras los ciudadanos no castiguemos a los partidos con políticos corruptos en sus filas. Y esa previsible escalada de la corrupción va a acabar pasándonos factura; una factura que acabaremos pagando los permisivos ciudadanos valencianos.
Pues sí. Ayer oí a alguien hablando sobre lo de Valencia y creo que lo clavó. Decía que la situación es trágica, que los votantes no tenían otra opción más que ratificar al gobierno... porque en la oposición no hay nadie. Es lo que pienso. Los sociatas se han cargado el pesoe valenciano y compromís u otras opciones de momento no son alternativa de gobierno. Resultado, Camps gana. Lo de Rita es otra cosa, ella arrasa por méritos propios.
ResponderEliminar