Parece que el tan ansiado punto de inflexión de la crisis ha llegado por fin; claro, que el hecho de que ya hayamos pasado por el fondo de la crisis no significa que todos los problemas que ésta ha generado se vayan a solucionar hoy, ni mañana, ni pasado. Pero al menos, parece, el fondo se va a ir alejando poco a poco.
El mejor síntoma de ese punto de inflexión es que la maquinaria financiera de los bancos, y sobre todo de las cajas, se ha puesto de nuevo en marcha; la venta de viviendas está remontando gracias a que la antaño congelada concesión de préstamos para adquirirlas ha empezado a descongelarse. Pero que nadie espere encontrar en el sistema financiero la solución a la crisis.
El sistema financiero está gravemente tocado, y la opacidad con la que las entidades de ese sector suelen trabajar no ayuda lo más mínimo a conocer lo terminal de su enfermedad; la revivida concesión de préstamos para la adquisición de viviendas no significa, aunque muchos estén dispuestos a verlo así, que el sistema financiero ya se haya repuesto de la debacle que nos arrastró a todos.
Las entidades financieras se han puesto de nuevo en marcha porque han encontrado la forma de sanear sus maltrechas cuentas a costa de las aun más maltrechas cuentas del sector inmobiliario, y no porque hayan decidido resucitar su otrora gallina de los huevos de oro, sino porque no hacerlo podría arrastrarles a muchas de ellas a una inevitable quiebra en cadena.
Las compras que está financiando la banca en España no están, aunque pudiera parecerlo, dentro de las transacciones normales de mercado; lo que está financiando hoy la banca es la dispersión de su riesgo crediticio, alejándolo aceleradamente del sector inmobiliario para repartirlo entre particulares. Y es que raras son las operaciones de financiación de compra de viviendas que no sean un mero traspaso de la titularidad de la hipoteca entre dos clientes de una misma entidad financiera; en eso consisten, básicamente, las actuales ofertas para la compra de vivienda, como el “Compromiso Vivienda Bancaja 2010”, que se nutre de las promociones que ella mismo financió y que han estado estancadas durante tres largos años porque nadie quería financiar a los compradores.
Si el sector financiero hubiese continuado durante mucho tiempo con aquellos primeros chollos que publicitó la banca al completo (consistente en la venta de viviendas a precio de hipoteca) se hubiesen visto abocados al suicidio colectivo, puesto que les estaban aplicando una eutanasia encubierta a unas empresas inmobiliarias con unas viviendas hipotecadas a precios muy superiores a los que estaban ofertando bancos y cajas. Y la muerte forzada de esas empresas inmobiliarias les hubiese inundado de nuevas viviendas con un tipo de interés nulo (es decir, sin ingresos por intereses) y cuya amortización hubiese sido imposible sin incurrir en pérdidas (puesto que hubiesen tenido que rebajar la hipoteca concedida inicialmente para adaptarla a los precios que ellos mismos estaban imponiendo).
En definitiva, que aquel dicho de que la banca nunca pierde es tan real como esta crisis que nos ha tocado aguantar.
Nota adicional: El Banco de España ha obligado a las entidades financieras a provisionar (es decir, a considerar como pérdidas que pueden ser recuperables o no) tanto los numerosos inmuebles que han adquirido por ejecuciones de hipotecas (se considera como pérdida el 30% de su valor) como la totalidad de las refinanciaciones de deudas que, a 31 de Diciembre de 2009, mantenían algún tipo de impago. Muchas cajas de ahorro han sufrido pérdidas (la mitad, según el último informe de la CECA) por esta última medida en el último trimestre del año, mientras dos (Caja Castilla la Mancha y Cajasur) han cerrado 2009 con unos 500 millones de pérdidas cada una; estas pérdidas, directamente relacionadas con el sector inmobiliario, son las que quieren evitar a toda costa las entidades financieras.
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