viernes, 17 de julio de 2009

Fins demà, iaio

«Fins demà, iaio». Estes han estat les meues darreres paraules dirigides a tu, amb l’esperança (cada vegada més apagada pels neuròlegs que et tractaven i que ens informaven de la teua evolució) de què et donaren força per a què, demà, te les poguera tornar a dir.

Magdalena 2006 001 (Retocada)

La ferma respiració amb la què et deixava al llit de l’hospital em feien multiplicar per dos, per tres o per quatre el 15% de probabilitats de sobreviure que, des de feia uns dies, t’havien pronosticat els metges; jo era conscient de què eixes multiplicacions no s’ajustaven a la severitat de l’hemorragia que et va provocar la dixosa hipertensió, i tinc la sensació de què tu, dins el teu estat de semiinconsciència, encara tenies la llucidesa suficient com per a adonar-te’n, amb els peus a terra com sempre, de què jo ja no et podria tornar a dir mai més «fins demà, iaio».

Quan, fa dos dies, vas deixar de preguntar, semiinconscientment, «què em passa?», vaig començar a assumir que la teua fortalesa física no podria amb l’atenuació, lenta però continuada i imparable, de cada vegada més funcions cerebrals; quan la teua ma dreta, la mateixa que, només unes hores abans de que alguna vena no poguera resistir la presió, havia estat tallant els brots dels avellaners, va deixar d’apretar amb força la ma de la iaia, jo vaig començar a assumir (i la iaia també) que potser no tornàrem a veure mai més la teua vitalitat inesgotable.

Avui, la vida d’un home treballador, intel·ligent i humil com tu ha deixat de donar-nos llum als que t’envoltàvem i t’estimàvem; així que em despediré de tu com ho vaig fer anit, quan encara em quedava una mínima esperança de què treuries forces d’algun lloc per a aferrar-te a la vida:

Fins demà, iaio. Fins sempre.

miércoles, 1 de julio de 2009

¡Esa luz!

Anteayer nos dijeron que hoy nos vuelven a subir la luz. ¡Viva la crisis!

Después del incremento del 4% en Enero de este mismo año, resulta que anteayer nuestro Ministro hizo público (dos días antes de que empiece a aplicarse, no vaya a ser que las críticas le obliguen a rectificar antes de que entre en vigor) que la nueva TUR (tarifa de último recurso, o lo que es lo mismo, las nuevas tarifas máximas en un supuesto mercado libre) va a ser un 2% más cara que la actual tarifa regulada (y no sólo eso, sino que se prevén más subidas).

Lo del 4% en Enero todavía no lo entiendo a día de hoy; he tenido que echar mano del archivo de facturas de años anteriores y de los olvidados cálculos matemáticos de porcentajes, porque no tenía consciencia hasta hace muy poco ni de que pagara 200 euros de luz cada dos meses ni de que el 4% de 100 euros sean otros 100 euros.

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Pues bien, ya puedo adelantar que el 4% de 100 euros son 4 euros, o sea, que mis conceptos matemáticos eran los correctos y, según los cálculos, una subida del 4% era pasar de pagar 100 euros cada dos meses a pagar 104 €; y como la factura de la luz pasaba a ser mensual, la división me daba poco más de 50 € (52 €). He hecho los cálculos con calculadora, con Excel y a mano, y el resultado siempre es el mismo.

Pero resulta que cada vez que me llega la factura de la luz (cada mes), la compañía eléctrica se empeña en que el 4% de 100 euros son otros 100 euros, así que cada mes me toca pagar lo mismo que hace un año pagaba en dos.

Tuve que asomarme al contador de la luz, a ver si me lo habían cambiado y me habían puesto un contador digital, que siempre será más preciso (o no) que uno mecánico; pero resulta que no, que el contador es el mismo, del año de la catapún, con el que hace un año me salían a pagar 100 euros cada dos meses. Así que tuve que fijarme bien para comprobar que la ruedecita esa que da vueltas no me la hubiesen cambiado por otra más pequeña que diese las vueltas más deprisa; con esto no pude concluir nada, porque no se me ocurrió medir la ruedecita antes de que subieran el 4% los recibos de la luz, así que no puedo afirmar que sea el diámetro el que completa el otro 96% de subida que me calculan los señores de la compañía eléctrica (obviamente, tampoco puedo descartarlo, pero sería demasiado descarado para ser real). También llegué a pensar que igual el mecanismo del contador estaba oxidado y que, con la nueva facturación mensual, los de la compañía eléctrica le habían puesto 3 en 1 el mes de Enero y por eso ahora la ruedecita corría más; pero tampoco vi restos que me permitieran afirmar que la ruedecita perdía aceite al mismo ritmo que yo pierdo los euros con el dichoso recibo mensual.

Total, que, como ya he dicho, tuve que echar mano de los recibos de la luz de años atrás, para averiguar qué demonios estaba pasando con la dichosa factura. ¿El resultado? Que estaba consumiendo el doble de luz que hace un año.

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Y como resulta que desde hace un año hasta esta parte no he cambiado ni de electrodomésticos, ni de ordenador, ni de ningún otro aparato que consuma luz, ni de hábitos de consumo, e incluso he cambiado todas las bombillas incandescentes por bombillas de bajo consumo, me asomé otra vez al contador de la luz, a ver si es que la ruedecita patinaba, o se había olvidado de frenar, o vete a saber… pero nada.

Total, que, remordidos por la conciencia de ser unos auténticos derrochadores energéticos, desde hace dos meses vivimos en casa siempre pendientes de los interruptores de la luz y de los “standby” de los aparatos eléctricos, además de no cambiar las bombillas fundidas si no es estrictamente necesario y estar machacándonos continuamente con un desesperado «¡esa luz!» cada vez que vemos un resplandor con más luminosidad de la habitual.

Y por fin, llega la factura de este mes de Junio (antes de la nueva tarifa un 2% más cara), para comprobar que todos los esfuerzos han valido la pena… ¡¡¡53 euros y menos de 400 kWh!!! Prueba… ¿superada?

Contento y feliz por el objetivo supuestamente conseguido, la realidad me ha devuelto a mi desesperación. Resulta que, para comprobar qué es lo que pasaba con mis recibos de la luz, tuve que elaborar una pequeña hoja de cálculo en Excel, para convertir los recibos bimensuales del año pasado en recibos mensuales y así poder compararlos con los recibos de este año, siendo una de las variables para realizar los cálculos el número de días transcurridos entre una lectura de contador y otra; la sorpresa ha venido cuando, al introducir los datos del mes de Junio en esa hoja de cálculo, he comprobado que la lectura estaba hecha sobre 2o días y no sobre los 30-31 días habituales, lo que, trasladado a la realidad, me da un consumo teórico mensual (30 días) de 539 kWh y una factura real (cuya diferencia me cobrarán el mes que viene) de casi 81 euros, que no son el doble de lo que me cobraron el año pasado, pero sí casi un 50% más, lo que está bastante lejos del 4% de subida de Enero y del 21% de subida desde Junio del año pasado.

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¿La solución? Pues ni idea. O las bombillas de bajo consumo de marca Carrefour son un timo, o los electrodomésticos de mi casa se han vuelto locos, o la dichosa ruedecita de mi contador está trucada de verdad, pero esos 40 kWh de más en el consumo mensual mínimo o esos 240 kWh de más en el consumo mensual máximo no hay Dios que los rebaje.

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Y como ahora consumo más y las tarifas han subido un 21% desde Junio del año pasado, lo único que me queda es acordarme de los familiares más directos de Aznar por decretar por Ley que las empresas eléctricas tenían un déficit tarifario (como si las infladas tarifas eólicas las recibiesen empresas ecologistas sin nada que ver con las empresas eléctricas que todos conocemos), acordarme de los familiares más directos de Sebastián por incrementarles aun más los beneficios a unas empresas con unos beneficios ya de por sí desorbitados (a mí que me vuelvan a explicar eso de la competitividad de las empresas españolas, y a mi madre que le expliquen –porque yo no se lo voy a volver a explicar– que los precios agrícolas no los pueden tocar ni el Gobierno de España ni el de ningún sitio aunque los costes de producción sean superiores a los precios que percibe el desdichado agricultor obligado a competir en el libre mercado) o acordarme del estúpido optimismo antropológico de un Presidente que se dedica a aprobar subidas del precio del suministro eléctrico en plena crisis económica y a rebajarnos 400 euros del IRPF que se nos han ido en los cuatro primeros meses del año pagando los incrementos del recibo de la luz.

Así pues, mi grito desesperado sigue siendo el mismo, aunque el destinatario va a cambiar a partir de ahora: señor Ministro, ¡esa luz!