Se preguntaba Pedro J. Ramírez el pasado día 13, en su sección diaria El Mundo en 2 minutos, qué íbamos a alegar los guardianes de la versión oficial ante la información que su diario iba a publicar al día siguiente respecto a Daoud Ouhnane, uno de los terroristas huidos que cometió, según apuntan todos los indicios, los atentados del 11-M. Yo he sido parte activa, durante dos largos años, del conflicto entre esos guardianes de la versión oficial a los que se refería Pedro J. Ramírez y los inmaculados investigadores independientes buscadores de la gran verdad del 11-M (casi todos ellos en nómina de El Mundo).
La gran victoria del conspiracionismo (del que ha sido el mayor exponente –por su peso mediático– el diario de Pedro J. Ramírez) fue la de radicalizar y polarizar la sociedad, sin posibilidad de mantener posiciones intermedias, entre quienes buscaban la verdad del 11-M (ellos) y quienes obstaculizábamos esa verdad (el resto); cualquier discrepancia de opinión con las falsedades, manipulaciones y noticias deliberadamente amputadas publicadas por El Mundo colocaban al discrepante no entre quienes criticaban un periodismo denodadamente falaz y pernicioso, sino entre quienes obstaculizaban la verdad del 11-M.
Esa apropiación unilateral (o mejor, esa expropiación, siendo los expropiados todos los discrepantes de ese estilo de hacer periodismo) de la búsqueda de la verdad aun permanece hoy, como queda de manifiesto en sus palabras del pasado día 13, entre el falaz, cínico e hipócrita argumentario de un Pedro J. Ramírez públicamente adscrito a la autoría islamista de la versión oficial; y es que es esa apropiación la única justificación posible para seguir vendiendo como esclarecimiento del 11-M lo que no es más que una persecución descarada y descarnada no contra los terroristas de cometieron los atentados, sino contra quienes investigaron a esos terroristas. Una persecución que, bajo esa capa protectora de una supuesta búsqueda de la verdad y con la apariencia de verosimilitud que le dan los artículos publicados en el segundo periódico generalista nacional, es a la que dedican su tiempo ciudadanos completamente abducidos por el deseo obsesivo de encontrar un nuevo GAL dirigido por las cloacas del Estado, siempre controladas por el PSOE. Estoy hablando, por si hay algún despistado, de los llamados Peones Negros (los libres, los independientes o los que sean).
Aquella polarización y radicalización de posturas ha impedido abrir un debate social acerca de lo que realmente debería preocuparnos a todos, y los últimos artículos de El Mundo son un claro ejemplo de ese desvío de la atención hacia elementos tangenciales que no nos van a llevar nunca a tratar el problema desde la raíz; en uno de esos artículos se recordaba (aunque haya pasado completamente desapercibido) algún testimonio que explicó cómo todos los habitantes de la casa por donde pasaron Daoud Ouhnane y otros dos de los sospechosos de haber cometido los atentados del 11-M sabían que aquéllos fueron los autores de aquella masacre. Pero no sólo lo sabían los habitantes de aquella casa (siendo una vivienda destinada a ayudar a terroristas puede entenderse que nadie quisiese denunciarlo), sino que lo sabían también casi todos los que acudían a una mezquita próxima.
Ese es el verdadero problema: la creación de guetos cada vez más herméticos que tienen una clara prioridad por la protección de los integrantes de esos guetos frente a la protección del resto de ciudadanos de la sociedad que les acoge.
El conspiracionismo, con los focos puestos en la dirección errónea, es el principal obstáculo para poder abrir el debate en la sociedad acerca de cómo evitar la creación y el desarrollo de esos guetos herméticos, que pueden convertirse (como se ha visto en este caso) en un grave problema para la seguridad de todos nosotros; y los anticonspiracionistas, sin quererlo, hemos estado (y estamos) contribuyendo a mantener (y a darles importancia) esos focos que apuntan hacia la dirección errónea.
Por mi parte, creo que es hora de poner fin a ese desvío de atención que tan rentable les ha salido a algunos; debe abrirse ya el debate correcto en la sociedad, así que no voy a ser yo quien contribuya y alimente más el debate erróneo.