Por mucho odio que se le tenga a un desempleado que lleva más de seis meses sin encontrar un trabajo (y en España son multitud: 3.768.000 en el primer trimestre de este año, es decir, el 67% de los parados), reducirle un 40% sus ingresos a partir del śeptimo mes en paro ya es, dada la actual situación de parálisis económica, como para pensarse si no se estará promoviendo la pobreza ciudadana desde un Estado que tiene el deber de defender a sus ciudadanos; pero que se aplauda que esa reducción llegue ahora al 50% no alcanzo a entenderlo. ¿Cómo se puede aplaudir quitarle el 50% de los ingresos a una familia? Sólo existe una explicación posible.
Por mucho odio que se le tenga a un empleado público (y en España también son multitud: 3.104.100 en el primer trimestre de este año, es decir, el 21,5% de los trabajadores asalariados españoles), reducirle su sueldo un 5% en 2010 y congelárselo con la rebaja del 5% en 2011 (y la de años que llevan con el salario congelado, que ya deben tener hasta pingüinos en las nóminas), mientras el IPC (el coste de la vida) subía un 3% en 2010 y un 2,4% en 2011 (además de otras medidas de reducción indirecta de los salarios, como la ampliación de horarios de trabajo, que en el caso concreto del Ayuntamiento de Castellón de la Plana supone otro 7,85% adicional), también es para reflexionar si no se estará cargando sobre las espaldas de las personas equivocadas el derroche urdido desde las más altas esferas políticas de cada una de nuestras administraciones públicas; pero que se aplauda que a esa rebaja salarial de un 18,25% (al menos así es para los funcionarios castellonenses) se le añada otra adicional de más del 7% tampoco alcanzo a entenderlo. ¿Cómo se puede aplaudir quitarle el 25,25% de los ingresos a una familia? Sólo existe una explicación posible.
Por mucho odio que se le tenga a los futuros jubilados que aun están aguantando en sus puestos de trabajo (y en España jubilados lo seremos todos, si no es que cualquier viernes de estos nos quitan también el derecho a serlo), reducir las aportaciones empresariales a nuestras futuras pensiones públicas en un 2% debería hacernos replantear si es cierto que nuestro sistema de Seguridad Social es realmente insostenible o si lo que realmente ocurre es que quieren hacerlo insostenible a base de dejarlo sin fondos, porque todos sabemos que la alternativa a las pensiones públicas son las pensiones privadas... gestionadas por unas entidades financieras necesitadas de ingentes sumas de un dinero fresco que les rehúye últimamente por sus desastrosas actuaciones pasadas; y sólo existe una explicación posible a los aplausos a una medida que hace más insostenible aun (dando por supuesto que lo es) nuestro sistema público de pensiones.
¿Qué explicación podemos dar a esos aplausos desde la bancada del partido mayoritario del Congreso tras anunciar estas tres medidas? Sólo existe una explicación posible: que estas medidas no se toman por ser necesarias o imprescindibles (y tampoco estoy diciendo que no lo sean: estoy diciendo que no se toman por serlo).
Estos recortes no son por necesidad. Estos recortes, los aplausos que les siguieron y el delatador "¡que se jodan!" son pura ideología, puro odio hacia los ciudadanos que necesitan la ayuda del Estado para sobrevivir. Estos recortes son puro y duro neoliberalismo económico.