La persecución de todo lo que huela a catalán (no ser pancatalanista ni parecerlo ya era un requisito para acceder a la colaboración de la Generalitat Valenciana en las campañas de ayuda a los afectados por la Guerra de Bosnia) ha sido una de las señas de identidad del populismo pseudonacionalista del Partido Popular y del resto de la derecha de la Comunidad Valenciana; hasta tal punto llegan el histrionismo institucional y el odio visceral hacia lo catalán que incluso los enlaces que en las webs de la Generalitat de Cataluña apuntan hacia organismos de la Generalitat Valenciana son tachados públicamente por ésta de secuestro cultural.
Esta política de permanente confrontación vecinal al más puro estilo verdulero, aplastantemente mayoritaria en la Comunidad Valenciana (por algo vienen gobernando los mismos con mayorías absolutas desde antes de que finalizara la Guerra de Bosnia, hace casi 16 años, y lo que te rondaré morena), está esta semana de enhorabuena; ha triunfado el odio frente a la convivencia y el populismo ha conseguido derrotar al pancatalanismo: los canales de Televisió de Catalunya han dejado de emitirse en toda la Comunidad Valenciana.
Resulta bochornoso escuchar la versión aducida por la Generalitat Valenciana sobre la ilegalidad de las emisiones de TV3 en territorio valenciano por cuanto la Generalitat de Cataluña ha estado siempre abierta a un intercambio de emisiones de las respectivas cadenas autonómicas, a lo cual se ha negado siempre una Generalitat Valenciana consciente de que comparar al Joan Monleón de Canal 9 con el Andreu Buenafuente de TV3 no les dejaría en muy buen lugar; el último intento de llegar a un acuerdo para ese intercambio de emisiones ha fracasado porque la Generalitat Valenciana estaba dispuesta a aceptarlo sólo en el caso de que el gobierno de Zapatero autorizase cuatro canales más a Radio Televisió Valenciana, de forma que el fracaso ya tiene un responsable ajeno a la intransigente actitud del gobierno valenciano, que aprovechó la ley de acompañamiento de los últimos presupuestos para imponer multas millonarias (120.000 € al mes) a Acció Cultural (propietaria de los repetidores que daban cobertura a la señal de TV3) para forzar así el corte de las emisiones antes de que finalicen los procesos judiciales que mantienen la Generalitat Valenciana y esta asociación.
Así pues, tras largos años en los que los valencianos pudieron disfrutar de programas que después copiaría descaradamente Canal 9, la primera cadena autonómica que emitió en la Comunidad Valenciana (cuando Canal 9 ni tan siquiera era un proyecto) ha dejado de existir para los valencianos.
Muchos se sentirán orgullosos hoy de poder decir “adiós, Polonia, adiós”, mientras otros (al parecer una insignificante minoría) nos tenemos que resignar a aguantar durante al menos cuatro años más los arranques nacionalistas de la derecha regionalista valenciana.
Triunfó el odio. Triunfó la incultura. Y triunfó la censura.
No crec que aquest sigue l'últim capítol d'aquesta història, no pot acabar així, és impossible que acabe així. Ara toca eixir al carrer i demostrar del que pdoem fer com a poble, dissabte tots a la Farola!
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