viernes, 11 de septiembre de 2009

Cómprate un garaje, idiota

Castellón de la Plana, una de las ciudades españolas más caóticas en cuanto al tráfico (la sincronización en los semáforos de una misma calle es algo completamente desconocido para los conductores locales), no tenía excesivos problemas de aparcamiento (los tenía, como cualquier otra ciudad, pero a niveles mucho más aceptables que muchas otras ciudades).

Pero primero llegó la peatonalización del centro; una peatonalización que no es tal, puesto que lo único que se ha hecho es instalar unos bolardos retráctiles para que sólo puedan pasar algunos vehículos (es decir, que si vas por la calle, peatón imprudente, te subes a la acera o te atropellan igual). Eso sí, las aceras son inmensas (para que los comercios vean pasar a más gente por delante) y los aparcamientos que antes existían ahora ya no existen.

Después llegó la zona azul (la ORA), adyacente (en un principio) a esas calles peatonalizadas. Aquí sí puedes aparcar (previo pago, por supuesto: la calle es suya), pero no si trabajas o vives dentro de la zona azul (a no ser que trabajes una hora al día o que te acuerdes, entre lavadora y lavadora, de bajar a meterle moneditas –si es que llevas suelto, porque no dan cambio– a la maquinita).

Pero parece ser, respecto a la ORA, que con las calles adyacentes no se recauda suficiente; y como los promotores inmobiliarios y los constructores han dejado de financiar a los asesores de alcaldes, concejales y diputados, ahora nos tocará a los conductores pagar a las decenas de chupópteros de la exigua administración local castellonense. Así que, amigo conductor, tocará pagar también en las calles adyacentes a la ORA (serán las calles adyacentes a las calles adyacentes al centro peatonalizado); es decir: que la calle será aun más suya (de ellos, no de usted, amigo conductor) que antes.

«No problemo», que diría Terminator: se aparca un poco más lejos del centro y así no hay que pagar el impuesto revolucionario (lo digo por las revoluciones de los motores de los coches, no porque apoderarse de las calles por orden del Alcalde sea algo revolucionario). Y si llevas la compra de la semana en el maletero, pues te dejas el coche con el aire acondicionado a toda leche, que para eso ha bajado la gasolina, y ya lo aparcarás más cerca de casa después de las 20:00 (más cerca del trabajo no lo vas a poder aparcar nunca, a no ser que trabajes por la noche); y si el coche no tiene aire acondicionado, te compras otro, que para eso son las ayudas del Consell (esas que ya se han acabado: haberlo pensado antes).

Y no voy a hablar de las obras que tienen levantadas dos tercios de las calles de Castellón (dos calles levantadas, una para aparcar, dos calles levantadas…), porque eso es temporal.

Pero de lo que sí voy a hablar es de lo último que se le ha ocurrido a nuestro Alcalde para quitar (permanentemente) sitios de aparcamiento (además de obligarte a contratar un seguro a todo riesgo para tu coche); y todo porque se le ocurrió la genial idea, en plena campaña electoral, de prometer 10.000 nuevos árboles a los castellonenses. Claro, que parece que a este señor no le enseñaron que los árboles están en los parques (menos en el Ribalta, pulmón verde de la ciudad en el que, en lugar de plantarse árboles, se plantan catenarias) o en el monte (el pobre debe pensar que lo que se quema todos los años en las peladas montañas que rodean Castellón debe ser leña para las estufas), así que los 10.000 árboles nos los va a plantar (y van a crecer) en el asfalto. ¡Qué bonito! Aunque tampoco se puede esperar mucho más de un señor que intentó colar a la Unión Europea que las rotondas eran zonas verdes.

Pues bueno, a lo que iba. Que resulta que aquellos maceteros de los que tanto se quejaron los vecinos de la zona sur de Castellón de la Plana (sí, sí, aquéllos que tenían una altura de 30 centímetros, que no se veían al aparcar y que estaban causando estragos en los bajos de los coches) son para plantar los 10.000 árboles prometidos. Y claro, 10.000 árboles en medio de una ciudad cuyo casco urbano tiene 10 millones de metros cuadrados (incluyendo las viviendas y otros espacios construidos) suponen un macetero cada 1.000 m², lo que, aproximadamente (restando las manzanas de viviendas construidas) viene a ser un macetero cada 10 m². Alguno me llamará exagerado, pero como vale más una imagen que mil palabras, aquí va una fotografía de las últimas instalaciones de maceteros:

Maceteros en Castellón 001

Son seis los maceteros (sin árboles todavía) que se observan en esta imagen, aunque son muchos más los que no abarca la cámara; dada la ubicación de esta fotografía (justo al lado de la sede local del PSOE de Castellón), podríamos pensar que se trata de joderles los bajos a la oposición, pero es que en las calles adyacentes encontramos el mismo panorama:

Maceteros en Castellón 003

Observen que, si bien en la anterior imagen vemos los maceteros custodiando entradas de parkings o zonas para minusválidos, en esta última fotografía (tomada frente a la sede provincial del Instituto Nacional de Estadística) vemos que las ubicaciones elegidas han sido, básicamente, las que les han salido de los huevos, que para eso son los que mandan. Eso sí, tanto unos maceteros como los otros quitan plazas de aparcamiento en la calle y joden los bajos de los coches.

Resumiendo: que si no te quieres comprar una casa, al menos te compras un garaje. Y si no, el coche a todo riesgo y a disfrutar de las turísticas calles de Castellón mientras encuentras un aparcamiento. Todos salen ganando: LUBASA (porque en Castellón sólo construye parkings Luis Batalla), las compañías de seguros, el Ayuntamiento, los fabricantes de coches, las gasolineras… Bueno, todos… menos tú.

2 comentarios :

  1. Por lo que veo aquí en las fotos son calles donde se estaciona en bateria y donde no hay ni un arbol. Pienso que los alcorques deberían ser mas grandes, para dar mas sombra. Me parece una solución cutre esos maceteros tan pequeños, esa calle da para mas.

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  2. Por supuesto que la calle da para más. Ahí caben cinco filas de naranjos o cuatro de almendros. Sólo que eso no es el campo, sino una calle. Donde vive y trabaja la gente, y tal.

    Que no digo que no haya que plantar árboles en las ciudades, que está muy bien; digo que los planten donde hay que plantarlos (en plazas, en parques, en rondas o en avenidas), y no en cualquier sitio porque haya que llegar a un número determinado de árboles porque un día el señor Alcalde se levantó con la vena verde.

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