lunes, 4 de mayo de 2009

Guardianes contra abducidos, y la casa sin barrer

Se preguntaba Pedro J. Ramírez el pasado día 13, en su sección diaria El Mundo en 2 minutos, qué íbamos a alegar los guardianes de la versión oficial ante la información que su diario iba a publicar al día siguiente respecto a Daoud Ouhnane, uno de los terroristas huidos que cometió, según apuntan todos los indicios, los atentados del 11-M. Yo he sido parte activa, durante dos largos años, del conflicto entre esos guardianes de la versión oficial a los que se refería Pedro J. Ramírez y los inmaculados investigadores independientes buscadores de la gran verdad del 11-M (casi todos ellos en nómina de El Mundo).

La gran victoria del conspiracionismo (del que ha sido el mayor exponente –por su peso mediático– el diario de Pedro J. Ramírez) fue la de radicalizar y polarizar la sociedad, sin posibilidad de mantener posiciones intermedias, entre quienes buscaban la verdad del 11-M (ellos) y quienes obstaculizábamos esa verdad (el resto); cualquier discrepancia de opinión con las falsedades, manipulaciones y noticias deliberadamente amputadas publicadas por El Mundo colocaban al discrepante no entre quienes criticaban un periodismo denodadamente falaz y pernicioso, sino entre quienes obstaculizaban la verdad del 11-M.

Esa apropiación unilateral (o mejor, esa expropiación, siendo los expropiados todos los discrepantes de ese estilo de hacer periodismo) de la búsqueda de la verdad aun permanece hoy, como queda de manifiesto en sus palabras del pasado día 13, entre el falaz, cínico e hipócrita argumentario de un Pedro J. Ramírez públicamente adscrito a la autoría islamista de la versión oficial; y es que es esa apropiación la única justificación posible para seguir vendiendo como esclarecimiento del 11-M lo que no es más que una persecución descarada y descarnada no contra los terroristas de cometieron los atentados, sino contra quienes investigaron a esos terroristas. Una persecución que, bajo esa capa protectora de una supuesta búsqueda de la verdad y con la apariencia de verosimilitud que le dan los artículos publicados en el segundo periódico generalista nacional, es a la que dedican su tiempo ciudadanos completamente abducidos por el deseo obsesivo de encontrar un nuevo GAL dirigido por las cloacas del Estado, siempre controladas por el PSOE. Estoy hablando, por si hay algún despistado, de los llamados Peones Negros (los libres, los independientes o los que sean).

Aquella polarización y radicalización de posturas ha impedido abrir un debate social acerca de lo que realmente debería preocuparnos a todos, y los últimos artículos de El Mundo son un claro ejemplo de ese desvío de la atención hacia elementos tangenciales que no nos van a llevar nunca a tratar el problema desde la raíz; en uno de esos artículos se recordaba (aunque haya pasado completamente desapercibido) algún testimonio que explicó cómo todos los habitantes de la casa por donde pasaron Daoud Ouhnane y otros dos de los sospechosos de haber cometido los atentados del 11-M sabían que aquéllos fueron los autores de aquella masacre. Pero no sólo lo sabían los habitantes de aquella casa (siendo una vivienda destinada a ayudar a terroristas puede entenderse que nadie quisiese denunciarlo), sino que lo sabían también casi todos los que acudían a una mezquita próxima.

Ese es el verdadero problema: la creación de guetos cada vez más herméticos que tienen una clara prioridad por la protección de los integrantes de esos guetos frente a la protección del resto de ciudadanos de la sociedad que les acoge.

El conspiracionismo, con los focos puestos en la dirección errónea, es el principal obstáculo para poder abrir el debate en la sociedad acerca de cómo evitar la creación y el desarrollo de esos guetos herméticos, que pueden convertirse (como se ha visto en este caso) en un grave problema para la seguridad de todos nosotros; y los anticonspiracionistas, sin quererlo, hemos estado (y estamos) contribuyendo a mantener (y a darles importancia) esos focos que apuntan hacia la dirección errónea.

Por mi parte, creo que es hora de poner fin a ese desvío de atención que tan rentable les ha salido a algunos; debe abrirse ya el debate correcto en la sociedad, así que no voy a ser yo quien contribuya y alimente más el debate erróneo.

Camps y el caso de las bajadas de impuestos desaparecidas

Todos habremos oído alguna vez a los dirigentes populares (tanto autonómicos como estatales) hablar de la necesaria reducción de impuestos para afrontar la grave crisis económica que estamos sufriendo los ciudadanos de este planeta globalizado llamado Tierra.

Francisco Camps, el flamante Presidente de la Generalitat Valenciana, no es una excepción; son múltiples sus comparecencias, a lo largo de estos últimos meses, exigiendo esa rebaja de impuestos al gobierno central de Zapatero. Se sobreentiende que si Camps exige esa rebaja a Zapatero es porque predica con el ejemplo.

Para la mayoría de los que, como yo, no disponemos del tiempo suficiente para andar consultando cómo nos puede afectar económicamente cada modificación que los políticos hacen en las leyes que regulan los impuestos, es en el momento de hacer la declaración de la renta cuando descubrimos lo cierto y lo falso de lo que se ha dicho y se ha escrito a lo largo de los meses posteriores a la aprobación de los presupuestos estatales y autonómicos.

Han sido muchos los rumores que han ido circulando a través de correos electrónicos sobre la desaparición de los 400 €, sobre la desaparición de los 2.500 € a las nuevas madres o sobre tantas y tantas supuestas modificaciones legislativas del gobierno socialista que iban a suponer una grave quiebra económica para todas las familias españolas; una vez llegado el momento de realizar la declaración de la renta puede resultar chocante comprobar cómo esas deducciones siguen estando en las mismas casillas de la declaración de la renta que el año pasado, o lo que es lo mismo, nos damos cuenta de las falsedades interesadas que van rondando por Internet, sobre todo cuando se acercan algunas elecciones.

Lo cierto es que, lejos de aquellos agoreros rumores, es de agradecer comprobar cómo el Estado ha reducido en un 6% los impuestos que gravan algunos rendimientos agrícolas (como los obtenidos en la producción de frutos secos, un sector que ha visto cómo los precios de venta al público son más del 700% más elevados que los que se obtienen de la producción) o cómo han vuelto a aparecer las casillas para la desgravación de parte del importe pagado por el alquiler de la vivienda habitual.

Lo que ya no es tanto de agradecer es comprobar cómo quienes predican (y exigen a los demás) una cosa hacen justo la contraria, y este es el caso de Francisco Camps; con más de media España (y no digamos ya los valencianos) hipotecada hasta las cejas, produce sonrojo (por no decir palabras un poco más gruesas) comprobar cómo las desgravaciones autonómicas (las que se encargan de regular nuestros dirigentes del PP valenciano) por la adquisición de la vivienda habitual se han reducido a aquellas viviendas compradas después de 2006.

No sabemos dónde deben haber ido a parar las modificaciones legislativas para bajar (o al menos para no subir) los impuestos de los valencianos, pero desde luego no están en la declaración de la renta de este año; y lo que también resulta curioso es que ninguno de aquellos rumores (¿de dónde debieron surgir?) hiciese referencia a la desaparición de las desgravaciones autonómicas para aquellos que nos hipotecamos hace más de tres años.